Siempre queda un rayo de Esperanza
Hola a todos!
Hace algunos años me inscribí en un concurso de relatos que se celebra aquí en mi localidad. No hubo suerte. Eso es porque hay gente que tiene mucho talento para escribir. Ahora me hace ilusión compartirlo con vosotros. Espero que os guste, aunque sea un poquito!.
Esta
historia bien podría ser la de cualquier persona tratando de escapar de su
país; podría ser un alemán saliendo de su ciudad durante el reinado del mal que
sesgo miles de vidas, la de un español saliendo de su tierra durante la guerra
civil, denunciado por su propio hermano....., y digo cualquier persona, porque
el abominable monstruo de la guerra no entiende de razones, siempre amparada
bajo el estandarte de las diferencias políticas, religiosas o de cualquier otro
tipo.
San Andrew, Escocia
-¡Mama!,
¡no encuentro mis zapatillas!.
-Will,
están donde las dejaste anoche, al lado de la escalera, date prisa tus abuelos
llegaran en cualquier momento.
Amir
estaba terminando de preparar la mesa, era el día de San Andrés, patrón de
Escocia. Ese año habían decidido preparar la comida en su casa, junto a su
marido Ben y su hijo Will. No es que sus suegros fuesen demasiado amables con
ella, pero su marido los adoraba y ella con tal de verle feliz hacia cualquier
cosa.
De fondo
en la televisión seguían dando las noticias, "El número de personas que
deciden regresar a su país de origen, Siria, sigue creciendo después de que el
conflicto haya terminado. Se cumplieron ayer cinco años del fin de una de la
mayores guerras que hemos conocido."
En ese
momento Will entraba en el salón,-Pues eso es lo que tienen que hacer, volver a
su país, aquí ya somos suficientes.
Los ojos
de Amir y su marido se encontraron por un momento. La pena quedo reflejada en
los ojos de Amir y la furia se instaló en los de Ben.
Ben se acercó
a su hijo y cogiéndole del brazo le dijo:
-¡Escúchame
bien!, nunca, nunca jamás vuelvas a decir eso, ¿me has entendido?, nunca en
esta casa vuelvas a hacer un comentario de ese tipo.
El marido
de Amir, salió al jardín cerrando la puerta tras de sí. Amir se acercó a su
hijo, tocándole en la cara.
-¿Pero qué
le pasa?, ¿Se ha vuelto loco?, lo único que he dicho es que si pueden volver a
su país es mejor para todos que lo hagan.
-Hijo, no entiendes
las palabras de tu padre, porque hay tantas cosas que no sabes, si supieses de
tus orígenes, no pensarías así.
Amir fue
hasta el sofá, invitando a Will a que se sentase a su lado
-Ven,
hijo, siéntate aquí, te contare una historia.
Homs, Marzo de 1981
Reinaba
un ambiente festivo en casa de los Al Fassad, su hija pequeña, Shamira, se iba
a desposar esa misma mañana con Omar El Abdawi después de un noviazgo corto y
de que los padres de la prometida hubiesen reunido una generosa dote.
Todo
estaba preparado para este día tan esperado, la comida estaba dispuesta en
grandes bandejas junto a los dulces que llenaban el ambiente de un olor
indescriptible a especies.
La
madre de Shamira entro en la habitación para animar a las allí congregadas a
que terminasen de arreglar a la novia.
-Vamos,
vamos cotorras, terminad ya con mi niña, después de todo, no necesita tanto
arreglo, ella es hermosa por naturaleza.-Dijo la madre de Shamira dirigiéndose
al grupo de mujeres.-Hija mía, ¿Estas contenta?.
-Si
madre, estoy asustada, por el cambio que supondrá en mi vida, pero contenta de
honrar a mi familia.
Así,
entre gestos de cariño, la novia fue llevada por las mujeres al lugar en el que
esperaba Omar junto a su familia y donde se celebraría la ceremonia.
Cuando
Omar vio aparecer a la que era su futura esposa quedo prendado de la belleza
que desprendía a su paso, y aunque el suyo había sido un matrimonio concertado,
no le cabía la menor duda de que a juzgar por como ella lo miraba y las
sensaciones que él tenía, el suyo sería un matrimonio feliz.
Pasados
los festejos por el enlace Shamira se mudó a vivir con el que ya era su marido
y sus suegros, tal como mandaba la tradición,
paso a ser dueña de su casa, siempre vigilada por la mirada de su suegra
que era una mujer controladora y acostumbrada a que todo el mundo hiciese su
voluntad, a esto se sumaba que Shamira provenía de una familia humilde, al
contrario que Omar que era de una gran familia de comerciantes conocida en cada
rincón de Siria.
-Omar,
tu madre es como mi sombra, no me deja sentirme bien en la que se supone que es
mi casa, además, si no quedo encinta pronto, temo que te llene la cabeza de
ideas que te hagan odiarme.
Omar
miraba el gesto apesadumbrado de la mujer de la que estaba profundamente
enamorado, él ansiaba tanto tener un hijo, pero no quería presionarla.
-No
te preocupes, mi vida, hablare con ella, respecto a los hijos sé que Ala nos
colmará con un gran familia.
Pero
los años pasaban, y el deseo de tener un gran número de hijos iba quedando
atrás, hasta que el milagro que esperaban y por el que tanto habían rezado se
hizo realidad y después de nueve años de matrimonio Shamira dio a luz a una
preciosa niña a la que llamarón Amir.
Amir
era una niña tan deseada que creció entre algodones, cuidada por sus padres y
su familia como un regalo caído del cielo. Poseía una gran inteligencia que
pronto empezó a quedar demostrada gracias a las calificaciones que recibía. No
es de extrañar que su padre, a pesar de los grupos más radicales que hacían que
la vida en Homs no fuese todo lo tranquila que esperaba, dejase a su hija
acudir a la universidad para estudiar medicina, algo que no estaba muy bien
visto, ya que algunos pensaban que la mujer estaba concebida para servir a su
marido y estar al cuidado de su casa y sus hijos.
La
sola idea de que le buscasen un marido y la obligasen a casarse espantaba a
Amir, que no quería ni oír hablar de bodas ni casamientos.
-Hija
mía,-le decía su madre-, deberías poner más interés en encontrar un marido, tu
profesión está muy bien, pero tampoco está mal el hecho de formar una familia.
-¿Papa
la estas escuchando?, por favor, no quiero ni oír hablar del tema, -decía
Amir-, mientras alzaba las manos como si quisiera desterrar semejantes
pensamientos.-Solo tengo veinticuatro años, acabo de terminar la universidad,
todavía debo elegir mi especialidad, no pienso tirar todo mi trabajo y esfuerzo
a la basura.
Su
padre contesto, -Por favor, por favor, ¿podéis dejar la perorata un momento?,
estoy intentando escuchar que dicen en las noticias.
-¿Papa
por qué siempre estás tan pendiente de la televisión?, solo dan malas noticias.
-Amir
aunque a ti no te lo parezca, lo que ha pasado en Túnez y lo que ha pasado en
Egipto va a traer consecuencias también para nosotros, el gobierno de Bashar Al
Assad es muy débil y tiene muchos grupos opositores, no digo con esto que este
a favor, pero cualquiera aprovechara estos levantamientos para que aquí ocurra
lo mismo.
Su padre
se refería lo que todo el mundo conocía ya como ¨La primavera árabe¨, numerosos
países, como Túnez, Egipto, Argelia o la propia Siria que se unían contra
gobiernos que llevaban en el poder demasiado tiempo.
La verdad,
a Amir nunca le había preocupado demasiado la política, pero no podía negar que
últimamente la universidad estaba plagada de panfletos de grupos radicales
opositores de dicho gobierno que alentaban a los jóvenes a que se uniesen a la
lucha contra lo que ellos llamaban un gobierno que qué destruía religión y
cultura árabe.
Amir era
partidaria de conservar cultura y religión de su país, pero siempre unido a los
cambios. El mundo progresaba, sin embargo su país quería anclarse en el pasado.
Su sueño era terminar su especialidad en cardiología y emigrar a alguno de los
países europeos donde pudiese desarrollar su carrera, todo esto solo eran
sueños que se veían obstaculizados porque no quería dejar a su familia.
Amir
intento quitarle hierro al asunto, -papa, no te preocupes tanto, ya sabes cómo
ha funcionado todo siempre, hay conflictos, hay gente que está en contra del
gobierno, tampoco pasaría nada si intentasen que hubiese un cambio para mejor,
¿no?, ahora me tengo que marchar, he quedado con Shaila para ir a clase y no
quiero llegar tarde, nos vemos para cenar.
-Adiós
hija, que tengas un buen día, contesto su madre.
Cuando
Amir se hubo marchado, sus padres continuaron sentados terminando el desayuno,
comentando las noticias.
-Omar,
Amir tiene razón, le das demasiada importancia, es verdad que siempre han
existido conflictos, ya lo sabemos, también sabemos que eso no va a cambiar y
debemos aprender a convivir con ello.
-Ojala
tengáis razón las dos, que todo esto se quede simplemente en altercados
aislados y no tengamos que lamentar nada más.
Pero
desgraciadamente las cosas no hacían más que empeorar, cada vez había más
manifestaciones, más protestas, y más problemas. Pasaban los meses y cada vez
se escuchaba con mayor insistencia la palabra guerra. Numerosos conocidos y
amigos habían salido del país anticipándose a lo que ellos creían que acabaría
en un conflicto abierto entre tantos bandos que ellos ya no sabían a cuál
pertenecían. Omar y Shamira lo único que tenían claro es que su tierra estaba
siendo destruida y que no podían asegurar un futuro feliz a su hija en aquel
lugar.
-Amir por
favor siéntate, tu madre y yo queremos hablar contigo. Hemos estado pensando y
creemos que lo mejor es que abandones Siria, tenemos suficiente dinero ahorrado
para que puedas salir y acabar tus estudios en Europa, allí podrás labrarte un
futuro, ser feliz.
-¡No!,
¡nunca me iré sin vosotros!.
Shamira
cogió a su hija de las manos en un gesto cariñoso, -Amir, nosotros no podemos
marcharnos, ¿Qué haríamos fuera de nuestro país?, tu padre solo sabe de su
negocio y yo jamás he trabajado en nada que no sea el cuidado de ti o de la
casa, además tus abuelos ya son mayores, no podemos abandonarlos a su suerte,
como hijos debemos quedarnos y cuidar de ellos. Aunque quisiéramos tampoco
tenemos tanto dinero para salir toda la familia del país, pero si lo haces tú
sola podemos asegurar tu futuro, tus sueños.
Amir tenía
los ojos llenos de lágrimas, no podía imaginar una vida lejos de sus padres, eran
todo para ella, siempre habían velado por su bienestar y ella haría lo mismo.
-Nunca me
iré de aquí sin vosotros, no quiero volver a tener que hablar de esta historia
nunca más.
Amir salió
del salón y entro en su habitación cerrando de un portazo. Se tumbó en la cama
hundiendo la cara en la almohada, intentando ahogar los sollozos y las lágrimas
que salían sin control de sus ojos. ¿Por qué tenía que ser así?, ¿porque no
podían vivir en paz?. Su vida y la de su familia se estaba desmoronando por
momentos por culpa del egoísmo de los que querían controlar el poder, se sentía
impotente porque no era algo que pudiesen controlar, y así, entre pensamientos
tristes y de puro agotamiento se quedó dormida.
A la
mañana siguiente como todos los días desayuno con sus padres, esta vez sumidos
cada uno en sus pensamientos y en un silencio inusual en la cocina. Nadie
encendió el televisor, no querían saber nada, hundidos en una tristeza que
auguraba lo peor.
-Me voy a
la universidad, dijo Amir, rompiendo el incómodo silencio.
-Por favor
hija, no te entretengas al salir, no quiero que se te haga de noche,
aunque no quieras reconocerlo, sabes que
no es seguro caminar por la ciudad como lo era antes, cuando acabes por favor
ven a casa directa.
Amir salió
de casa pensando en todo lo que estaba pasando
y espero a Shaila como hacia todos los días, en la puerta de su casa.
Era su mejor amiga, se conocían desde que eran pequeñas y habían compartido
todo, como si fuesen hermanas.
-¿Qué te
pasa esta mañana Amir?, no tienes buena cara, has descansado mal?.
-Mis
padres quieren mandarme fuera de Siria, están empeñados en que todo esto
acabara mal, en que la guerra acabara con este país, la verdad que me lo estoy
empezando a creer.
-Ya sabes
cómo son los padres, se preocupan demasiado, no creo que la guerra alcance
Homs, la guerra se quedara al norte del país y acabara pronto, habrá
manifestaciones, todo el mundo se quejara y todo volverá a la poca normalidad
que conocemos.
A principios de año, la situación era insostenible, el
negocio de Omar había caído en picado, habían tenido que empezar a gastar los
ahorros de toda una vida, no se vendía, no se compraba, todo había quedado en
suspenso. Nadie se preocupaba de tener tela para unas cortinas bonitas o un
mueble nuevo, si la gente en lo único que pensaba era en la guerra y en huir lo
más lejos posible.
Numerosas ciudades habían sido bombardeadas,
se hablaba de decenas de muertes, de devastación, enfermedad y gente que
luchaba por sobrevivir.
En casa de
los El Abdawi intentaban imponer una normalidad que nada tenía que ver con la
realidad, habían tenido que despedir al servicio que tenían a su disposición y
la familia entera estaba viviendo en una misma casa, ya no eran los tiempos en
que eran una familia prospera y con posibles. Tenían que ayudarse unos a otros
y mantener tantas viviendas y a tanta gente era un reto en aquellos tiempos.
Las discusiones se sucedían día sí día también, ya que aunque se querían, todos
tenían distintos puntos de vista sobre el conflicto que estaban viviendo.
Amir continuaba con sus clases, pese a la oposición de sus
padres de salir sola de casa, siempre
habían sido permisivos y estaban a favor de la libertad, pero la situación se
había vuelto peligrosa, no dejaban de oír historias sobre hijos que salían de
casa y no volvían, reclutados para luchar en el frente o de hijas que salían y
eran llevadas norte de Siria para servir a los soldados que luchaban, según
ellos para crear un estado puro como tiempos atrás.
-¡Me voy!,
se escuchó desde la puerta. Amir salió a la calle en dirección a sus clases.
-No
entiendo como todavía la dejáis salir de casa, hermano siempre has sido
demasiado blando con las mujeres de esta casa. Estudiar, -dijo en un tono
burlón el hermano de Omar-, en casa es donde debería estar, atendiendo a sus
padres y a su familia y no con tantos pájaros en la cabeza.
-Rhasid,
no te consiento que vengas a imponer tus órdenes a mi casa, mi hija es una
buena persona que lo único que intenta como muchos otros jóvenes es que Siria
sea un país próspero, con gente preparada y que no siga viviendo en el pasado.
El hermano
de Omar no era una mala persona, pero si era del pensamiento de que las mujeres
deberían estar en casa, sirviendo a su familia, a su marido y a sus hijos,
según decía El Corán, o según lo interpretaba él.
-Tú no me
haces caso Omar, pero cualquier día esto traerá una desgracia a esta casa.
Mientras tanto Amir caminaba sola hacia la
universidad, Sahila ya no la acompañaba. Sus padres le habían prohibido
terminantemente salir de casa, ni siquiera para ir a clase, decían que su
seguridad estaba por encima de sus intereses, y aunque había suplicado y
llorado hasta la saciedad, de nada había servido. Debería retomar sus estudios
cuando todo pasara.
Cuando
Amir subió la escalinata que llevaba a su clase, empezó a escuchar gritos de
personas que hablaban muy alto, no parecían alumnos o profesores. Cuando entro
en la clase se quedó petrificada por el horror, eran hombres con largas barbas
y ametralladoras que apuntaban a profesores y alumnos, las mujeres estaban a un
lado y los hombres a otro, cuando la vieron la cogieron por el brazo y entre
insultos la llevaron con las demás alumnas. No sabía que iba a pasar, tenía
mucho miedo, pero su carácter no pudo evitar gritar, ¡Porque hacéis esto!, no
vio venir la bofetada que le propino uno de ellos y le dolieron más las
palabras que dijo que el lado de la cara en el que había recibido el impacto.
Por culpa de putas como tú y de los hombres que lo permiten nuestro país está
como esta. Esa fue la contestación de su atacante.
Asistió
lívida por el dolor y la incredulidad a como profesores y alumnos eran
ejecutados delante de sus narices, mientras pensaba que eso no podía estar
pasando, eso solo pasaba en otros sitios, no allí. No podía parar de llorar
sabiendo cual iba a ser su destino. De repente escucharon tal estruendo que
parecía que el mundo se caía, cada vez se escuchaba más cerca, hasta que el
impacto fue tal, que todo se sumió en la negrura y el silencio.
Amir, Amir
abre los ojos, estas viva, parecía una voz tan lejana, uno de sus compañeros de
clase la ayudo a salir de debajo de un amasijo de cascotes y cadáveres.
Cadáveres....., había visto cadáveres en su clase de anatomía, pero nunca en
aquellas circunstancias.
Estaban
bombardeando la ciudad, le parecía tan increíble estar viva, estaba
desorientada, había salido como todas las mañanas de su casa para ir a clase y
en un segundo todo había cambiado, cuando salió al exterior del edificio que
estaba en ruinas todo era caos y destrucción. El mismo compañero que la había
ayudado a salir le dijo-Amir, vamos, ¡Tenemos que ponernos a salvo!. Cuando
tomo conciencia de lo que estaba pasando le dijo, ¡No, tengo que volver a
casa!, mi familia estará muy preocupada por mí. El joven no se detuvo ni a
cuestionar su respuesta, solo salió corriendo como alma que lleva el diablo,
sin un rumbo fijo, solo huyendo.
Amir
ando hasta que llego a su calle, no podía creer lo que estaba viendo, su calle
estaba reducida a cenizas. Cuando llego donde debería estar su casa quedo en
estado de shock, por un momento pensó, -seguro que me he equivocado-, el caos y
la desorientación me han hecho equivocarme.
Pero
entonces se acercó y entre los restos humeantes encontró una fotografía en la
que aparecía una familia feliz vestida con sus mejores galas, le dio la vuelta
y leyó mientras la sujetaba con manos
temblorosas Marzo de 1981, boda de Omar y Shamira, no podía ser, cayo de
rodillas con un dolor tan grande que ningún sonido acertaba a salir de su
garganta. Simplemente lloro en silencio, como en una burbuja, ajena a los
acontecimientos que ocurrían alrededor, como la gente corría despavorida y como
se seguían escuchando explosiones en la lejanía.
Estaba
sola, sola, que palabra tan corta y a la vez tan grande, sus padres, sus tíos,
sus abuelos...., el mayor temor de su padre le había salvado la vida, el estar
fuera de su casa aquel día la había salvado. Cuando se levantó del suelo camino
y camino por la ciudad, como un zombi, hasta que la noche callo. No sabía cómo
había llegado al parque donde tantas veces su padre la había llevado cuando era
pequeña. Se tumbó en un banco y se quedó dormida aferrada a la maltrecha
fotografía.
-Vamos
niña, levántate. Amir noto como la movían con fuerza, le dolía todo el cuerpo.
El día anterior no había notado que sus ropas estaban hechas girones y que tenía
todo el cuerpo magullado y lleno de rasguños a causa de la explosión.
-¿Quieres
que te cojan?, eres una mujer joven y fuerte, una buena sirvienta. Cuando Amir
consiguió abrir los ojos se encontró con un hombre viejo y encorvado que
llevaba encima de su espalda lo que parecía una maleta.-Tienes que huir, todos
huimos. Amir se incorporó intentando ignorar los dolores que tenía en sus
piernas y sus brazos. Cuando estuvo sentada y más despierta los recuerdos del
día anterior le golpearon como un mazo, recordando lo que había pasado,
sintiendo un gran pesar en su interior.
-He
perdido todo,-le dijo al hombre-, no tengo familia, ni dinero, ni ropa, nada,
¿Dónde puedo ir así?.
-Hija,
perdona que sea tan brusco, pero todos hemos perdido a alguien, no he tenido
hijos y mi mujer murió anoche entre mis
brazos después de los bombardeos, ahora sé que a ella no le gustaría que me
rindiese. Seguramente a tu familia le pasaría lo mismo.
Amir se levantó
y por primera vez fue consciente de la riada de gente que avanzaba en dirección
a la salida de la ciudad.
-¿Adónde
se dirige todo el mundo?, ¿Dónde van?, pregunto Amir al hombre.
-Salen de
la ciudad para no morir, la ciudad está destrozada, si hay otro bombardeo como
el de anoche nadie sobrevivirá. Los pocos que se quedan es o porque son muy ancianos o porque no tendrán
dinero para pagar un soborno cuando lleguen a la frontera.
-Yo
tampoco tengo nada, -contesto Amir.
-Encontraremos
una solución, empieza por ponerte esto, el tuyo está destrozado y no queremos
tener problemas ya antes de empezar, ¿verdad?, le dijo el hombre mientras le
ofrecía el hiyab que saco de su maleta.-Era de mi esposa, es uno de los pocos
recuerdos que he podido salvar.
Así Amir,
empezó un viaje que no sabía dónde terminaría. El hombre, que se llamaba Yusuf,
le conto toda su vida. Había servido como jardinero toda su vida a una gran
familia de Homs, y aunque él y su mujer no habían tenido hijos habían sido
felices. Yusuf hablaba de su mujer con cariño y a veces en algunas de sus
charlas no podía evitar que las lágrimas corriesen por sus mejillas.
El viaje era duro y dormían donde podían, pasaron días y
días, semanas, Amir perdió la noción del tiempo. Lo único que hacían era
caminar y comer lo poco que Yusuf tenía o que podía comprar, pero que compartía
con ella como si de una nieta se tratase.
Por fin
llegaron a Turquía, no habían tenido problemas para pasar la frontera, estos
llegarían más tarde cuando intentasen coger un barco que les llevase a Grecia,
no sabían que tendrían que hacer para poder pasar hasta allí.
Amir
conoció a tanta gente en ese viaje...., algunos buenos, otros malos, eran como
una gran familia. Por las noches los que ya se conocían se quedaban hasta tarde
contando historias y hablando de su país. Eso les daba fuerza para seguir,
hablaban de sus sueños y de lo que ya nunca podrían hacer, pero luchaban por
salir adelante.
Tras un
viaje que duraba ya un mes largo llegaron hasta el puerto en el que cogerían un
barco que llegaría hasta Grecia.
Allí había
tanta gente y todo el mundo estaba tan desesperado que en ocasiones el hambre y
el cansancio sacaban lo peor de cada uno. Si no hubiese sido por la ayuda
humanitaria que daban distintas organizaciones no sabía que habría pasado.
Así fue
como Amir conoció a Ana, una enfermera que trabajaba con una organización de
origen escoces y que brindaba toda la ayuda que estaba a su alcance. Ana
provenía de una adinerada familia que pensaba que estaba loca por irse hasta
donde la necesitaban con un su ONG. Amir comenzó a ayudar como médico, y jamás
en su vida se había sentido tan bien, a pesar de la pena que sentía cuando se
acordaba de su país y cuando recordaba a su familia. Sabía que estarían
orgullosos de ella, estuviesen donde estuviesen.
A veces
pensaba que su vida era cruel y sin sentido, pero después pensaba,
"Siempre hay un rayo de esperanza", y así continuaba ayudando con sus
conocimientos a los que más lo necesitaba. Estuvo un año en un campo de
refugiados junto a Ana hasta que se sintió una más de la organización.
Un día Ana
llego y le dijo a Amir, - Amir tengo que hablar contigo de una cosa.
-Tú dirás
Ana, ¿Qué pasa?, pero date prisa por favor, tengo que hacer la ronda matinal y
ver como se encuentran los niños que están enfermos. Con este frio y los pocos
recursos que tenemos muchos de ellos tienen gripe.
-Amir me
marcho a Escocia, vendrán nuevas enfermeras de la organización, pero yo ya
llevo demasiado tiempo fuera de casa y añoro mi vida y mi familia. He venido a
ofrecerte que vengas conmigo, tú ya has hecho aquí más de lo que cualquier
persona en tu situación estaría dispuesto a dar por los demás. La organización está
dispuesta a arreglar tu documentación para que puedas llegar hasta Escocia.
-Pero Ana,
¿Qué haría yo allí?, no puedo ejercer la medicina, tal y como está mi país
pasara mucho tiempo hasta que pueda solucionar mis problemas para poder ejercer
la medicina fuera de Siria.
-Amir, eso
tiene solución, pero sobre todo debes encontrar un sitio donde puedas empezar
tu vida de cero, empezar a vivir otra vez. Mira tengo una tía en Glasgow que
necesita alguien que le ayude en su casa, es muy buena, no tendrás problemas
con ella y te pagara. Podrás vivir con ella y adaptarte a la vida allí. Yo
estaré contigo, sabes que te quiero como a una hermana después del tiempo que
hemos pasado aquí. Eres una de las personas más buenas y más fuertes que he
conocido y creo que te mereces una oportunidad.
Amir
se quedó pensativa, Escocia, nunca había pensado en vivir allí, bueno nunca
había pensado en vivir en ningún sitio que no fuese el campo de refugiados
después de que saliese de Siria con lo puesto.
-Ana
déjame pensarlo, te diré algo mañana.
-Piénsalo,
creo que es una buena oportunidad.
Ese día
Amir se fue a dormir pensando en Escocia, le daba mucho miedo pensar en empezar
lejos de allí, sola, sin nadie, pero bueno, tampoco podía ser malo, pero Ana
era una persona buena y no dejaba de hablar de Escocia con verdadero amor. Así
dos semanas después Amir estaba viajando junto a Ana rumbo a Escocia, estaba
muy nerviosa, pero a la vez ilusionada, pensando en que le depararía el futuro.
-Ya verás
Amir, te encantara, no tiene nada que ver con nada que hayas visto antes.
Cuando
llegaron a Glasgow, después de un vuelo en el que Amir no había podido
descansar nada el hermano de Ana, Ben, las estaba esperando en el aeropuerto.
-Mama, ¿la
enfermera era la tía Ana?,
-Sí, hijo,
la enfermera era la tía Ana, y el guapísimo hombre que nos estaba esperando era
tu padre. Me ayudaron mucho, no fue nada fácil adaptarme, no sabía el idioma, tenían
costumbres totalmente distintas a las mías y además en aquel momento no todo el
mundo era tan comprensivo con los refugiados que llegaban por miles a Europa.
Will
estaba sentado al lado de su madre cogiéndole las manos con los ojos llenos de lágrimas,
-¿Por qué no me lo contaste mama?, ¿porque me
mentiste?, yo siempre había pensado que habías venido a Escocia de manera
voluntaria para terminar tus estudios, que conociste a papa y te quedaste.
Siempre pensé que tu familia no había aceptado que te casases aquí y por eso
nunca hablabas de ellos.
-No quería
que supieses que la barbarie de la guerra había estado tan cerca de ti, creí
mejor esperar, pero ahora no se si hice bien.
-No te
preocupes mami, nunca más volveré a pensar así, es más, alguna vez me gustaría
ir contigo a Siria y ver de donde es mi otra familia, debió ser horrible y me
avergüenzo de haber dicho lo que he dicho. Jamás volverás a escucharme hablar
así. Te quiero mucho mama.
En ese
momento entro Ben, Will se levantó para ir al encuentro de su padre, se
fundieron en un emotivo abrazo, mientras Will le decía a su padre lo mucho que
lo sentía.
-¡Vamos
mis dos chicos!, acaban de llegar los abuelos, es hora de comer.
Amir entro
en la cocina y se quedó mirando por la ventana, mirando su jardín, verde, tan
verde. Todavía recordaba el día en que llego a Glasgow. Tan colorido, con tanta
vegetación, nunca había visto nada igual. Se enamoró de ese país, aunque en eso
tuvieron mucho que ver Ana y Ben, que fueron su apoyo incondicional en todo
momento. Seguía colaborando con la organización que la había llevado hasta
allí, la gente que le había dado una nueva oportunidad en la vida.
Siempre
llevaría a Siria en su corazón, su tierra, su familia y la gente que había
conocido por el camino que la había llevado hasta allí. Tenía una segunda
oportunidad y se sentía muy afortunada por ello, todo el mundo no tenía la
misma suerte.
Volvió al
salón donde la esperaban para comer su familia y dichosa pensó, siempre hay un
rayo de esperanza, ¿no?.
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